Presentación de la Temporada 2025/2026
Presentación de la Temporada 2025/2026
Reapropiarse del relato
Reapropiarse del relato
Ona: si vivieras toda tu vida con la sensación real de que no importa lo que piensas ni lo que sientes, ¿cómo te sentirías?
(Women Talking – Miriam Toews)
¿Por qué dedicar una temporada a las mujeres?
Hasta hace muy poco (el mundo es muy antiguo), las mujeres no hemos tenido la posibilidad de explicar quiénes somos, qué sentimos, qué pensamos o cuál es nuestra visión del mundo. Siempre lo ha hecho alguien más por nosotras. Páginas y páginas de literatura sobre “el sexo débil” han llenado librerías desde que el mundo es mundo. Pero nosotras, hasta hace muy poco, insisto, no habíamos tenido la ocasión de comenzar a replicar las opiniones y las interpretaciones sobre lo que sentimos, sobre lo que decimos, sobre por qué hacemos lo que hacemos... Todas las lecturas han estado siempre bajo una proyección completamente personal de quienes poseían el relato. Si un hombre siente deseo por una mujer, “es ella quien lo provoca”. Si se abusa sexualmente de una mujer, “es ella quien lo ha provocado”. Si alguien necesita un vientre de alquiler, “a las mujeres les encanta estar embarazadas”.
Apoderarnos de nuestro relato es, por tanto, la única manera que nos permitirá tener la posibilidad de explicarnos tal como somos y, tal vez, revelar que todo eso que se ha dicho, y que aún se dice, sobre nuestras preferencias, nuestro placer, nuestros sentimientos… no es verdad.
Virginia Woolf dice que deberíamos exigir a los historiadores y escritores, que se supone que captan los hechos, que dejen de lado sus opiniones y nos expliquen en qué condiciones vivían las mujeres en las épocas de las que hablan. Woolf crea una metáfora que ejemplifica maravillosamente —y con su característico sentido del humor— cuál era la situación de una mujer artista en el siglo XVI para explicarnos de dónde venimos y, por tanto, la carga que aún llevamos encima. Afirma que si Shakespeare hubiera tenido una hermana con el mismo talento que él, su padre no la habría llevado a la escuela a estudiar Virgilio y Horacio, como hizo con su hermano. La habría empujado a coser la ropa rota del padre y del hermano, a cocinar para ellos; habría decidido unilateralmente casarla con alguien a quien seguramente ella no habría amado (mientras su hermano habría podido ir al teatro, que tanto adoraba, y tener relaciones con chicas que sí habría amado…). En cambio ella, incapaz de casarse con quien no amaba, y para no herir al padre, habría escapado una noche de casa, y habría ido al teatro, porque también le atraía, y habría dicho que quería actuar, que quería escribir. El empresario, que aún hoy seguiría riéndose, le habría dicho que las mujeres no están capacitadas para hacer eso, y habría añadido lo que ya suponéis que le habría dicho tarde o temprano: que tal vez era una… (¿de nuevo una proyección de su deseo?). Y que, siendo muy joven y con talento y con sueños imposibles de cumplir, “se mataría una noche de invierno y sería enterrada en algún lugar por donde hoy pasan los autobuses camino a Londres”.
Lo que Woolf intenta explicarnos es que, en el siglo XVI, una mujer con talento, con sueños y ambiciones, habría sido una persona desgraciada, en lucha consigo misma porque todas las condiciones de su vida eran hostiles al estado mental necesario para liberar su mente y su corazón.
No hay barrera, ni cerrojo, ni cerradura que pueda imponer límites a la libertad de mi mente.
Virginia Woolf
¿Y hoy? ¿Qué nos pasa hoy cuando queremos ser independientes, cuando queremos tener las mismas oportunidades y los mismos derechos que los hombres, y denunciamos abusos, tratos vejatorios, invisibilidad, edadismo? ¿Qué pasa cuando no nos creen cuando decimos que somos discriminadas por haber nacido mujeres, cuando debemos demostrar incansablemente que somos válidas, que no somos malas madres, que tenemos derecho a amar o dejar de amar a quien sea, que queremos tener una relación y dejarla diez minutos después? ¿O un año después? ¿O treinta años después? ¿Por qué siguen exigiéndonos ser guapas, jóvenes, simpáticas, no estar nunca enfadadas, ser “ideales” en definitiva? Incluso después de una violación, tenemos que ser la víctima “ideal”; incluso después de una violación grupal, tenemos que ser la víctima “ideal”.
No hay pensamientos peligrosos; el pensamiento es peligroso.
Hannah Arendt
Tras el movimiento #Metoo, como era de esperar, ha habido un retroceso en la mentalidad de nuestra sociedad sobre la lucha de las mujeres por sus derechos, el Feminismo, en definitiva. Un ataque frontal desde todos los frentes. La violencia contra las mujeres sigue arrojando cifras terribles: según fuentes oficiales de INEbase, unas 500 denuncias diarias por maltrato, unas 50 mujeres asesinadas cada año y una violación “denunciada” cada 4 horas en el Estado español; alrededor de 85.000 feminicidios en 2023 en el planeta = 140 mujeres asesinadas cada día = 1 cada 10 minutos. Los chicos de entre 17 y 24 años, en un porcentaje cada vez mayor, afirman que son víctimas de nuestras exigencias… Pero, a pesar de lo que ha costado conseguirlos, los derechos se pueden perder en un instante, y creo que el hecho de haber tenido la posibilidad de apropiarnos del relato durante un tiempo y, por tanto, de explicarnos, nos ha unido y ha hecho que muchos hombres se pongan de nuestro lado, haciendo que muchos de los avances hoy sean imparables.
Solo después de que las mujeres hayan empezado a sentirse en esta tierra como en su hogar, aparecen una Rosa Luxemburg, una Madame Curie. Ellas demuestran, de manera deslumbrante, que no es la inferioridad de las mujeres lo que ha determinado su insignificancia.
Simone de Beauvoir
Debemos comprender que las mujeres somos diversas y numerosas. No podemos permitir que se hable de “la mujer”. Somos las mujeres, distintas y unidas por una historia injusta y compartida en todo el planeta y a lo largo de todos los tiempos. Somos el gran plural de la historia humana. No somos un colectivo, somos el único grupo humano que, en número, representa más de la mitad de la población del planeta.
El soporte de nuestra existencia, como el de toda la Humanidad, es nuestro cuerpo, nuestros cuerpos, en los que se han librado todas las batallas contra y por nuestra dignidad. Los cuerpos de las mujeres, que han perpetuado la especie humana, muchas veces muriendo en el parto, siguen hoy al servicio de los demás, especialmente en las zonas más pobres del planeta. Las muertes por abortos clandestinos siguen siendo una realidad; la violencia como forma de relación de sometimiento que termina en feminicidios; los matrimonios forzados de niñas en algunos países; la ablación del clítoris como fórmula falsamente cultural para anular el placer femenino; la compra de nuestros cuerpos para el placer de otros con el eufemismo de “libertad de decidir”, o el eufemismo “gestación subrogada” para hablar del alquiler de nuestros cuerpos.
La justicia no es solo un ideal, sino un imperativo moral. El derecho a tener derechos es la base de toda libertad.
Hannah Arendt
¿Cómo recuperar una dignidad casi inexistente, robada desde el principio de los tiempos? ¿Cómo lograr que, al hablar de este tema, algunos no se incomoden o no adopten una actitud intolerante, despreciativa y condescendiente? ¿Cómo recuperar un respeto que la sociedad nunca nos ha dado históricamente? ¿Cómo? Pues apropiándonos del relato, que nos da la oportunidad de explicarnos. Narrar, narrarnos, es imprescindible para orientar nuestra acción y situarnos en el tiempo. Necesitamos, como Humanidad, la capacidad de relacionar los acontecimientos con las emociones. No hacerlo nos obliga a esperar que alguien más dé sentido a nuestra historia. No hacerlo nos haría prescindir de pruebas fiables antes de creer cualquier cosa que nos digan. Entonces, no debería extrañarnos que alguien nos diga por redes sociales que las ovejas respiran bajo el agua y acabemos creyéndolo.
Nuestro sueño siempre ha sido que lo que ocurre en el escenario pueda cambiar, aunque sea un milímetro, la concepción que tenemos del mundo, romper los clichés que las opiniones dominantes nos imponen día a día.
Tenemos historias escritas por mujeres y otras protagonizadas por mujeres que confiamos puedan ayudarnos a abrir la mente y a descubrir cosas que tal vez no habíamos tenido la ocasión de pensar, una visión del mundo que tal vez es distinta; y tal vez puedan cambiar algunas de las ideas que tenemos sobre ellas, sus vidas, sus sentimientos... Y tal vez nos cambien la visión del mundo. ¿Por qué no? Tal vez podamos llegar a entender, entre todas y todos, que es muy importante que seamos propietarias absolutas de nuestros cuerpos, que estén fuera del peligro de la esclavitud, de ser usados por otros; que tengamos autonomía y seguridad sobre ellos para desarrollar una existencia como ciudadanas de sociedades libres donde se respeten nuestros derechos humanos, los de todas, y con los mismos parámetros que los de los hombres.
Tener esperanza en tiempos difíciles no es una tontería romántica. Se basa en el hecho de que la historia de la Humanidad no solo incluye la crueldad; también es una historia de compasión, sacrificio, valentía y bondad.
Susan Sarandon
¡Que disfrutéis también de esta temporada con la misma alegría con la que nosotras os la ofrecemos! ¡Gracias por estar a nuestro lado!
Carme Portaceli