Uns altres Sagarra

Núria Santamaria

En 1947, desengañado con algunas dinámicas del mundo teatral catalán, Josep Maria de Sagarra decide instalarse en París y entra en contacto con los nuevos aires de la escritura de Tennessee Williams, Albert Camus, Franz Kafka o John Steinbeck. Esta necesidad de renovación estilística lo lleva a componer Galatea, Ocells i llops y L’alcova vermella, probablemente las obras en las que Sagarra profundiza con mayor originalidad en su compromiso estético como dramaturgo.

La fuerte personalidad de estos tres textos supuso cierta desconexión respecto al público de su tiempo habituado a un Sagarra más complaciente, lo que ha acabado condenando unas obras excepcionales a cierto olvido que resulta injusto y sobre todo difícil de entender si las leemos desde una mirada contemporánea. Redescubrir estas piezas que aún tienen mucho por decirnos puede significar redescubrir a uno de nuestros dramaturgos más importantes para encajarlo mejor en nuestra tradición cultural.