Kind

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La última creación de Peeping Tom, la compañía belga que ha revolucionado el lenguaje de la danza y el teatro


Especialmente populares entre el público barcelonés, las creaciones de la compañía belga Peeping Tom son conocidas por su combinación de danza y teatro, y especialmente por una estética hiperrealista, casi cinematográfica. Gabriela Carrizo y Frank Chartier son los dos coreógrafos que crearon Pepping Tom en el año 2000 y que impresionaron al público del Grec con su debut en el festival, 32 Rue Vandenbranden. Algunos ya habían podido ver creaciones anteriores como Le jardin o Le salon, pero aquella pieza en concreto marcaría el inicio de una historia de amor con la ciudad. No es extraño que tanto el Grec como el Teatre Nacional de Catalunya devinieran, con el Theater im Pfalzbau (en la ciudad alemana de Ludwigshafen), socios claves en el siguiente gran proyecto de la compañía: una trilogía que tomaba la familia y a sus integrantes como punto de partida. Pudimos ver Vader(Padre) en el 2014 y Moeder (Madre) en el 2016. Ahora, Kind cierra la trilogía sumergiéndonos en el mundo de la niñez.


Los niños siempre han estado presentes en el universo de Peeping Tom, pero nunca de una manera tan central. Siempre se los ha visto desde la perspectiva de los adultos pero, en esta ocasión, son los niños quienes nos prestan su mirada. Y se muestran, así, sus miedos y deseos. Toman forma en un decorado que es poco habitual en los montajes de la compañía. Si hasta ahora la acción a menudo transcurría en espacios cerrados, ahora el escenario se abre mostrando el claro de un bosque donde unos árboles delimitan el espacio de la imaginación y un acantilado marca los límites de la vida. Todo ha nacido de largas conversaciones con niños, niñas y adolescentes. Ellos han inspirado la visión de un escenario que quiere reflejar el mundo interior y el laberinto emocional donde vive la chiquillería. En Kind, veremos expresado el mundo de la fantasía de los más pequeños, pero también las presiones, ansiedades y dudas que viven los niños y las niñas en su tránsito hacia la adolescencia. Se refuerza así el carácter a menudo oscuro y trágico de la coreografías de Carrizo y Chartier, siempre salpicadas por unas notas de humor que nunca faltan en sus espectáculos.